viernes, 27 de julio de 2007

Escrita y dirigida por Paola Lattus, ganadora en Dirección y Dramaturgia

Compañía La Cualquiera y su segunda obra premiada


"Electra e Ifigenia (hablan ante un cuerpo)" es el nombre de una de las cuatro obras ganadoras del Festival 7 para Nuevos Directores Teatrales, que finalizó el sábado pasado. Para la "Compañía La Cualquiera", este es el segundo premio que obtienen en los festivales organizados por el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile.

"Creo que el Festival fue una instancia que nos permitió, como compañía independiente, tener un lugar donde poder mostrar nuestro trabajo", señala Paola Lattus, una de las ganadoras del Festival.

La instancia de creación de esta compañía nace de la necesidad de hacer teatro, pero no por hacerlo, buscamos una necesidad particular y social, temas que atañan al individuo y a un país: Chile. Inmersos en esta sociedad creamos a partir del sentir latinoamericano y particularmente chileno de aquello que se nos pone en frente".

La "Compañía La Cualquiera" ha ganado en dos ocasiones este Festival: primero con "Niño Pecado" en 2003, y ahora con "Electra e Ifigenia...".

La historia de la "Compañía de Teatro la Cualquiera" comienza a escribirse el año 2003 con el montaje de "Niño Pecado"”, bajo la dirección y dramaturgia de Melanie Heine, pieza que les valió el premio a la Mejor Dirección en la cuarta versión del Festival para Nuevos Directores Teatrales, organizado por el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile.
Luego, en el año 2005, estrenan "Electra e Ifigenia (hablan ante un cuerpo)", que les significó un nuevo premio a la Mejor Dirección en la séptima versión del Festival para Nuevos Directores Teatrales, que concluyó este fin de semana. En esta oportunidad, de la mano de Paola Lattus en dirección y dramaturgia quien, además, recibió la Mención Honrosa a la Mejor Dramaturgia. Sumando premios, Daniela Hernández fue premiada con la Mención Honrosa a la Mejor Actriz.
"Creo que el Festival fue una instancia que nos permitió, como compañía independiente, tener un lugar donde poder mostrar nuestro trabajo teatral y a la vez fortalecer el teatro joven e independiente en Chile", comenta Paola Lattus, escritora y directora de "Electra e Ifigenia..." quien, al ganar con su obra, recibirá una beca de especialización en el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile, además de la exhibición de la pieza en las salas de Teatro de dicha casa de estudios.
"El resultado nos favorece ampliamente, primero, por la oportunidad de tener una sala para poder hacer una temporada de la obra. Es sabido por todos lo que cuesta a un grupo independiente el conseguir un lugar donde presentar su trabajo, sin que aquellos que te pueden entregar la sala piensen en la taquilla que puedes proveerles", agrega Lattus.
Luego de la presentación en el Festival 7, La "Compañía de Teatro la Cualquiera", prepara su tercer montaje, "Pelícano", que planean estrenar en noviembre. Con esta obra partirán, en enero, al Festival Zicosur, en Antofagasta, organizado por la agrupación Pedro de La Barra, ocasión en la que también se sumarán integrantes como Paula Calderón, Salvador Burrell -quien actualmente trabaja en un montaje en el Teatro Nacional Chileno-, María Jesús Astorga, Tomás Henríquez en la dramaturgia y Marcelo Sanhueza en la fotografía.
"Como compañía nos sentimos orgullosos del reconocimiento de nuestro trabajo. Estamos felices por lo logrado y con más ganas de seguir trabajando y creyendo que el Teatro, a través de nuestro esfuerzo y el de nuestros pares, en esta generación a la que pertenecemos, logrará tomar el lugar que debe en esta sociedad", comenta Lattus.
Con tres montajes en el cuerpo, y varios premios a su haber, la "Compañía de Teatro La Cualquiera", espera seguir trabajando para hacer llegar el teatro a toda la sociedad y no solamente a los grupos selectos. Ésta es su apuesta.
Texto: Carolina Cares/ Periodista Facultad de Artes

Miércoles 25 de julio de 2007

http://www.artes.uchile.cl/uchile.portal?_nfpb=true&_pageLabel=not&url=42322

domingo, 22 de julio de 2007

Enrique


Soy un niño chico. 6 o 7 años, nada más, y estamos en la Quinta Normal, y hay mucho viento. Es Septiembre y tengo el carrete de mi volantín en el brazo. Está lleno de pendejos de mi edad elevando sus volantines, todos distintos, que pintan el cielo de color. Mi volantín, azul como el azul de la noche, se mueve en el viento, me baila distante, y yo bailo con él, y los ñiños compiten, muestran sus colores, y agárralo fuerte, déjalo bien tirante, me dice por detrás del oído, y cállate papá que yo sé cómo se usa, yo sé usarlo, si no es difícil, si todos los niños lo hacen. Ese volantín, ese azul en el aire, me hacía recordar tantas cosas. Una vez leí en alguna parte que el color azul, suena como un contrabajo. Si los colores pudieran sonar como suena la música, el azul claro se parece a una flauta. El azul oscuro, en cambio, sería como un violonchelo. Y cada vez que se oscurece, cada instante en el que ese azul indescriptible tiende a un negro absoluto, entonces evoca la muelle sonoridad de un contrabajo. Es grave. Es solemne. Y también es triste...

Por T. HACHE

lunes, 2 de julio de 2007

Escribe el Señor Artaud


He entrado en la literatura escribiendo libros para decir que no podía escribir absolutamente

1. nada; cuando tenia algo que decir o escribir, mi pensamiento era lo que más se negaba. Nunca

tenía ideas, y dos o tres pequeños libros de setenta páginas cada uno giran sobre esta ausencia

profunda, inveterada, endémica, de toda idea.

...ni el espacio

1.

ni la posibilidad,

yo no sabía exactamente qué era,

y no experimentaba la necesidad de pensarlo;

eran palabras

inventadas para definir cosas

que existían

o no existían

frente a

la urgencia apremiante

de una necesidad:

la de suprimir la idea,

la idea y su mito

y de hacer reinar en su lugar

la manifestación trotante

de esta explosiva necesidad:

dilatar el cuerpo de mi noche interna,

de la nada interna

de mi yo

que es noche

nada,

irreflexión,

pero que es explosiva afirmación

de que hay

algo

a lo cual puede ceder lugar:

mi cuerpo.





Yo estaba vivo

1.

y estaba allí desde siempre

¿Comía yo?

No

pero cuando tenía hambre yo retrocedía con mi cuerpo

[y no me comía a mí mismo

pero todo esto se ha corrompido

una operación insólita se efectuaba

yo no estaba enfermo

yo reconquistaba la salud

siempre por un retorno hacia atrás del cuerpo

mi cuerpo me traicionó

él no me conocía bien aún

comer es llevar adelante aquello que debe quedar atrás

¿Dormía yo?

No, no dormía

hay que ser casto para saber no comer

Abrir la boca, es ofrecerse a las miasmas

Entonces ¡nada de boca!

Nada de boca

nada de lengua

nada de dientes

nada de laringe

nada de esófago

nada de estómago

nada vientre

nada de ano

Yo reconstruiré al hombre que soy


(Antonin Artaud)